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Sindicalización aumenta solo 2,64% en nueve meses y total de afiliados llega a 1,17 millones

Uno de los factores que explicaría esta alza es que la reforma laboral decretó como obligatorio el visto bueno del sindicato para extender los beneficios a toda la plantilla de una empresa.

Fuente: diario.elmercurio.com

María de los Ángeles Pattillo 

Si el año pasado se contabilizaron 1.139.955 trabajadores afiliados a sindicatos, ya en septiembre de este año esa cifra era superada en más de 30 mil personas. Según la unidad de análisis estadístico de la Dirección del Trabajo (DT), a septiembre de 2017 hay en las 11.915 organizaciones activas un total de 1.170.149 inscritos. Considerando esta última cifra se observa que en nueve meses la sindicalización aumentó solo 2,64%.

Rodrigo Azócar, profesor del Departamento de Derecho del Trabajo y Seguridad Social de la UC, cree que este fenómeno se debe a que la sindicalización tuvo mayor visibilidad durante la discusión de la reforma laboral y su posterior puesta en marcha, en abril. "Se puso como un gran tema, pues tuvo mucha cobertura mediática y el desconocimiento que muchos trabajadores tienen respecto a los sindicatos se fue perdiendo", indica.

Claudia Salgado, académica de la Facultad de Economía de la Universidad Central, subraya que tras los recientes cambios normativos hay una percepción de que estos grupos tienen más poder: "Existe una mayor disposición a ser parte de ellos, ya que hay menos temor a algún tipo de represalia o despidos".

Lo cierto es que la reforma laboral les entregó mayores facultades, y si antes solo el empleador determinaba si los beneficios acordados se extendían o no a toda la plantilla, ahora también se debe contar con el visto bueno del sindicato. "Esto es un incentivo a la afiliación, pues de no hacerlo, los trabajadores quedan al alero de la voluntad de los dirigentes sindicales", destaca Priscilla Serres, especialista del área laboral y directora de tax & legal de Deloitte.

Creación de sindicatos

A juicio de Serres, en la práctica ser parte de estas organizaciones es la única forma de negociar con el empleador. "Otra opción sería a través de grupos negociadores, que existen por ley, pero no quedaron con un procedimiento reglado".

Si bien el número de afiliados aumenta, la constitución de sindicatos se mantiene estable. Según los datos de la DT, hasta septiembre de este año se contabilizaron 869 nuevos grupos, es decir, un promedio de creación de 97 mensuales, igual cifra que el año pasado. Pero, entre 2013 y 2015, el promedio mensual superaba las 107 entidades.

Serres atribuye este ritmo a la debilidad de la economía: "Hay proyectos detenidos y desempleo, por lo que no hay estímulo para la creación de sindicatos".

Mientras, Salgado advierte que lo complejo de la nueva legislación desincentiva nuevas iniciativas: "Muchos trabajadores no quieren formar sindicatos porque resulta complejo". Además, advierte que la ley dificultó la constitución de sindicatos en empresas pequeñas, de menos de 50 trabajadores. "Los afiliados tienen que ser al menos ocho, como estaba establecido antes, pero ahora también tienen que representar al menos el 50% de la plantilla, lo que es una nueva limitación".

En el caso de las empresas más grandes, sí se ha visto un aumento, señala Ricardo Tisi, socio de Cariola, Diez y Pérez-Cotapos y a cargo del área de asesoría laboral. "Clientes que nunca habían tenido sindicatos, desde la entrada de la reforma laboral han creado organizaciones. No es algo explosivo, pero hay una tendencia al alza".

 Determinar los servicios mínimos es el punto más conflictivo

Después de siete meses de la entrada en vigencia de la reforma laboral, los expertos coinciden en que uno de los puntos que ha generado más tensión es la definición de los servicios mínimos, que son ciertas funciones específicas que se mantienen con continuidad ante una huelga, con el fin de prevenir accidentes, delitos o daños al medio ambiente, por ejemplo.

El empleador tiene 180 días antes del vencimiento del instrumento colectivo vigente para presentar su propuesta a los trabajadores y, en caso de no llegar a acuerdo, lo zanja la Dirección del Trabajo (DT). "No es una conversación fácil, porque los sindicatos piensan que si hay servicios mínimos muy grandes, la huelga no va a ser efectiva ya que la empresa seguiría funcionando más o menos normal", señala Ricardo Tisi, socio de Cariola, Diez y Pérez-Cotapos, quien cuenta que a veces las conversaciones se extienden por varias semanas.

Para Claudia Salgado, académica de la Universidad Central, el problema es que algunos empleadores han entendido mal el concepto. "Hay quienes creen que es una facultad irrestricta, pero hay casos donde las empresas no califican para tener servicios mínimos. Hay que entender que son una limitación al derecho a huelga, por lo que hay que ser muy cuidadosos con otorgarlos", dice.

De todas formas, Tisi destaca que ha percibido una mejora en las relaciones: "Las partes se han visto en la obligación de interactuar más, de tener una relación más periódica. Ahora hay que darles bastante más información a los sindicatos". Salgado agrega que, por ejemplo, se deben facilitar los estados financieros para que los sindicatos preparen su propuesta de contrato colectivo.

La conflictividad también se ha reducido por el arbitraje de la DT, dice Salgado. "En caso de que los trabajadores voten la huelga, con la reforma se determinó que cualquiera de las partes puede ir a la DT a pedir una mediación obligatoria. Antes de que se haga efectiva la huelga, este mecanismo la detiene, obliga a las partes a reuniones e insta a la resolución del conflicto".

Ahora bien, Priscilla Serres, de Deloitte, cree que aún no se ven los cambios efectivos aparejados con la reforma. "Durante 2016 muchas empresas que tenían que negociar este año cerraron acuerdos anticipados, para evitar hacerlo con la nueva normativa. Los reales efectos se van a ver de forma gradual, en la medida que vayan venciendo los instrumentos colectivos".

Para 2018, Serres cree que debiera mantenerse la tendencia al diálogo. Tisi coincide, aunque advierte que las negociaciones serán más duras: "Si la economía vuelve a crecer a niveles atractivos, los sindicatos van a tener más expectativas".

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