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Más clarificaciones sobre impuesto a empresas

Si nuestra tasa de impuesto fuera 17%, como era en el año 2009, el emprendedor invierte, paga impuestos y genera empleo en Chile.

Fuente: economiaynegocios.cl

Por Patricio Arrau.

En una columna en este mismo medio, el 6 de junio, mi colega Claudio Agostini, en la primera parte de su columna "Clarificaciones sobre el impuesto a las empresas", sostiene que no es correcto comparar el impuesto corporativo de las empresas en Chile con el impuesto corporativo de las empresas en el resto del mundo.

La razón es que en el sistema clásico que impera en el resto del mundo el impuesto a las empresas está desintegrado y en el sistema chileno está integrado. El argumento también se extiende para el caso semi-integrado. Mantengamos el caso de plena integración para simplificar el análisis. La razón, según Agostini, es que el empresario integrado con su empresa tiene como impuesto la tasa marginal del Global Complementario y, por lo tanto, en bajos niveles de ingresos el impuesto que enfrenta el dueño de la empresa es cero y en altos niveles de ingresos el impuesto sería 35%. No puede compararse con un impuesto desintegrado en que siempre el empresario enfrenta la tasa de impuesto corporativo más la tasa personal desintegrada.

Discrepo con mi colega y pretendo argumentar que para Chile es extremadamente importante que nuestra tasa de impuesto a las empresas sea inferior a la de nuestros socios comerciales y, por lo tanto, es muy relevante la comparación con las tasas internacionales. A diferencia de Agostini, no considero un "concepto errado" su visión del tema, que además se encuentra muy extendida. Más bien mi intención es contribuir al debate, especialmente porque el comando del candidato que lidera las encuestas ha propuesto bajar el impuesto a las empresas hasta el nivel de los países OCDE y el comando del candidato que va segundo ha propuesto desintegrar el sistema.

Mi colega tiene razón cuando vemos al empresario en tanto consumidor. Ahí la tasa relevante es la tasa del Global Complementario, que puede ser cero. Sin embargo, cuando se trata de invertir y generar riqueza y empleo, la motivación del empresario es otra, no el consumo. Aquí son los "espíritus animales", la fama, el éxito. El empresario no está pensando en consumirse todo el patrimonio acumulado, pero sí está motivado por crecer, por expandirse. Una vez que esta es la motivación, no importa si el sistema está integrado o desintegrado. En el caso integrado, al igual que en el desintegrado, la tasa de impuesto corporativo es una tasa final para la expansión patrimonial. Incluso para el pequeño empresario cuando debe incrementar su capital de trabajo para sustentar el crecimiento, su tasa final para incrementar su patrimonio es la tasa de impuesto corporativo, no la marginal del Global Complementario.

A nivel país se concluye lo mismo

Chile tiene un stock de capital de dos veces su PIB. Los países desarrollados tienen un stock de capital de cuatro a cinco veces su PIB, por lo tanto, Chile debe duplicar su stock de capital. El impuesto corporativo a las empresas es la tasa a la cual se grava la acumulación de capital privado y es una tasa final para el empresario. Nunca se retirará ese incremento patrimonial y por ende se grava en forma final a esa tasa.

Una segunda línea argumental es la siguiente. Chile es un país pequeño orientado a la exportación. Buena parte del capital que debemos invertir en el futuro es capital en los sectores transables y de exportación. Considere un empresario exportador que construye una planta para exportar duraznos a China. En Chile el impuesto (semi) integrado es 27% y en China el impuesto desintegrado es 20%. El empresario quiere crecer e invertir en un gran centro de distribución en China para atender a ese país y también invertir en Chile para expandirse. Utiliza sus excedentes y utilidades del negocio para invertir en China y en Chile. En este escenario, es muy probable que el exportador produzca los duraznos en Chile, se los exporte a su distribuidora en China a costo de producción, donde efectivamente transfiere sus utilidades desde Chile (donde paga cero) a China (donde paga 20% de sus utilidades brutas). Ahora bien, supongamos que nuestro emprendedor desea avanzar en valor agregado y desea ahora producir duraznos en conserva: ¿dónde instalará la planta procesadora y envasadora de los duraznos en conserva? Obviamente en China, no en Chile. Genera empleo, inversiones, y paga impuestos en China; en Chile sólo quedan los árboles que dan el fruto. Si nuestra tasa de impuestos fuera 17%, como era en el año 2009, entonces el emprendedor invierte, paga impuestos y genera buenos empleos en Chile.

El debate sobre impuestos y su impacto sobre la inversión recién comienza. Esperemos que en esta ocasión el proyecto que se envíe al Congreso para corregir la muy defectuosa Reforma Tributaria del año 2014 pase los test técnicos básicos y vuelva a incentivar la creación de riqueza, inversión, empleo y pago de impuestos en Chile.

*El autor es economista.

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