Es necesario reivindicar al control interno como la herramienta indicada para minimizar fraudes u otras situaciones poco decorosas y muy dañinas no solo para las organizaciones que las sufren, sino que también para todos los chilenos.
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Esteban Olivares Académico de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile Gerente Corporativo de Riesgos, Mutual de Seguridad Cuando situaciones lamentables, como las que hemos visto en el último tiempo, nos impactan por sus magnitudes, su aparente facilidad de materialización y duración en el tiempo; incluso en las entidades más respetadas en nuestro país, las preguntas aparecen de inmediato: ¿Cómo pueden pasar estas cosas? y ¿cómo podemos evitar estos lamentables episodios? Antes que todo es importante decir que los valores, la ética y el actuar correctamente es algo que debe reforzarse permanentemente a todo nivel. Esta es una tarea que el país no puede soslayar y que cada organización también debería trabajar de manera permanente. Dicho lo anterior, debemos decir que la herramienta llamada a jugar un papel fundamental en estos casos es el control interno. Éste ayuda a cumplir tres objetivos primordiales pero intermedios, que toda empresa debe cumplir para tener éxito en su misión o fin último. Estos son la eficacia y eficiencia de las operaciones, la calidad de la información y el cumplimiento legal. Los grandes fraudes son manifestaciones del incumplimiento de uno o más de los objetivos antes mencionados. Una organización que es defraudada en grandes cantidades de dinero por algunos de sus miembros, evidentemente no es eficiente, pues pierde fondos necesarios para su adecuado funcionamiento y si bien también se afecta la calidad de la información y el cumplimiento, el primero parece ser el objetivo más afectado. Estos eventos pueden obedecer a muchos factores, pero en estos casos es habitual observar una nula o defectuosa evaluación de riesgos, controles clave débiles o inexistentes, inadecuados canales de comunicación e información y poca supervisión o monitoreo del proceso de control interno. En resumen, hablamos de organizaciones donde en la práctica más allá del discurso, el control interno no es un tema de importancia. En este sentido, es importante enfatizar que entidades grandes y complejas deberían identificar, evaluar, tratar, comunicar y monitorear sus riesgos y controles más importantes, comenzando por aquellos asociados a los niveles operativos y tácticos de la entidad. Para poder hacer esto de manera costo efectiva, es necesario focalizar los esfuerzos iniciales al menos, en los riesgos más relevantes y los controles claves asociados a éstos. Esta dualidad, riesgos-controles más relevantes, debe ser un tema de conversación recurrente en las instancias de gobierno de las empresas, en especial en el caso de entidades del estado que se financian con los impuestos de todos los chilenos. Hacer bien las cosas básicas, es una demanda imperiosa que las entidades públicas deben cumplir, sobre todo cuando se trata de recursos que les son suministrados por todos. Un adecuado proceso de control interno puede ayudar de manera importante a que estas lamentables sorpresas no se repitan tana menudo. Para esto, son necesarios un rigor y disciplina permanentes en el tiempo, que no siempre es fácil de conseguir, pues tradicionalmente las actividades de control son consideradas menos relevantes. Es necesario reivindicar al control interno como la herramienta indicada para minimizar fraudes u otras situaciones poco decorosas y muy dañinas no solo para las organizaciones que las sufren, sino que también para todos los chilenos.