En 12 meses el IPC de combustibles muestra una variación de 7,2%, la mayor alza de las mediciones de precios que entrega el INE. El índice de energía, lo sigue, con una variación en un año de 6,4%.
Fuente: latercera.com
Alejandro Maureira Butcher Economista La elección de Trump tiene como primera consecuencia el quiebre de la alianza EE.UU.-Emiratos Árabes que logró, en los años anteriores, bajos precios para el petróleo; desde noviembre el precio ha aumentado un 20% y estimo que este volverá a situarse sobre los US$70 el barril Brent.
Las consecuencias en nuestro país se han dejado sentir: El IPC de enero fue de 0,5% destacando el alza en transportes; efecto directo del precio de los combustibles. Conjuntamente, la falta de una estrategia energética consensuada y basada en la explotación de recursos locales, hacen a nuestra matriz energética dependiente y sensible al precio internacional del crudo. En 12 meses el IPC de combustibles muestra una variación de 7,2%, la mayor alza de las mediciones de precios que entrega el INE. El índice de energía, lo sigue, con una variación en un año de 6,4%. Hay que destacar que en Chile los impuestos a los combustibles representan cerca de un 5% de los ingresos tributarios e irá en aumento en la medida que el precio del petróleo suba. Los parámetros para la gestión del impuesto a los combustibles favorece, principalmente, a la recaudación. Asimismo el petróleo explica cerca del 40% de la inflación de largo plazo. En primera vuelta están las alzas en las gasolinas, luego vienen los efectos sobre el transporte y posteriormente sobre todos los bienes en nuestra economía. Hay que agregar que dada nuestra dependencia de las termoeléctricas, el precio de la energía también aumenta. Nuestra dependencia del petróleo mejora la recaudación de impuestos y genera el principal problema de gestión de inflación que debe enfrentar el Banco Central. El ente emisor tiene que gestionar la inflación que el sistema de impuestos a los combustibles crea. Un sistema que bajo los parámetros actuales hace que cada variación de tasas de interés sólo afecte la estructura del presupuesto familiar, sin alterar el consumo de combustibles y energía. Los cambios de consumo afectan a industrias competitivas como vestuario y telecomunicaciones, que son las partidas del IPC con precios negativos de largo plazo. También afecta a servicios locales como recreación, que es la partida del IPC con menor crecimiento en sus precios de largo plazo.
El cambio del presupuesto familiar supone un castigo a las industrias competitivas y los servicios locales en favor, sólo, de mayor recaudación de corto plazo.