En una extensa declaración en tribunales -en el marco de una causa laboral-, el gerente general de la firma, Bernardo Domínguez, relató los hechos que tienen hoy quebrada a la compañía.
Fuente: pulso.cl
María José Tapia
El 28 de octubre pasado, el actual gerente general de FW Corp. Spa, Bernardo Domínguez, declaró por más de una hora en tribunales. Si bien faltaban meses para que la compañía pidiera su liquidación voluntaria de activos, ese día, en el marco de una causa laboral de un ex ejecutivo contra la inmobiliaria, Domínguez detalló cada una de las cosas realizadas por la antigua administración -cuyo gerente general, Rodrigo Gana, y gerente de Administración y Finanzas, Julio Abud, fueron despedidos- que llevaron a la quiebra de la constructora.
Una historia teñida de alteraciones de balances, irregularidades e ineficiencias fue lo que derivó en que la compañía -ligada a la familia Errázuriz Domínguez, Arestí y al ex ministro de Transporte, Pedro Pablo Errázuriz- terminara con pérdidas por más de $20.000 millones y una deuda superior a los $39.000 millones.
Que el directorio recibió información falsa que no representaba la realidad de la empresa fue una idea repetida por Domínguez en su declaración. "Acá hubo muchas prácticas que apuntaban a mostrar un resultado que estaba muy lejos de la realidad de la empresa", precisó en su testimonio. Añadió en ese entonces que "estamos realmente al borde de la quiebra".
A la hora de poner los balances en regla, las supuestas utilidades pasaron a ser pérdidas, lo que en última instancia, terminó quebrando la firma. "Me cuesta creer que esto haya sido un error", dijo.
Una auditoria de KPMG descubrió las falencias. La antigua auditora de FW, PwC, no habría hecho ningún reparo respecto a los estados financieros, dijo el ejecutivo.
El fantasma de La Polar: provisiones de ingresos alteradas
"Esto es muy parecido a lo que pasó en La Polar". Con esta frase, Bernardo Domínguez, intentó explicar, en tribunales, la principal práctica que gatilló la crisis de la compañía, las llamadas provisiones de ingresos. Según ejemplificó, mientras en el retailer, los clientes en vez de pagar las cuotas, se les repactaba la deuda sin ni siquiera contactarlos, en FW ocurría algo similar: "había una gran cantidad de provisiones de ingresos, centrado principalmente en la constructora", dijo.
"Había un cliente donde en las contabilidades se anotaba como que iba a pagar un sobrecosto, un contrato por $100 millones por ejemplo. Y teníamos eso en nuestra contabilidad: una factura por 80 y otra por 80 que se iba a emitir y finalmente cuando uno tomaba el teléfono y llamaba, el cliente decía que nunca había pensado en pagar eso y tampoco los gastos generales, ni nada", relató. Y agregó: "Había una gran cantidad de provisiones de ingresos que estaban en los balances que se anotaban como parte de la utilidad y resultaron no ser tales".
Señaló que en los balances hasta noviembre de 2015, la provisión de ingresos mostraba una lista larga de proyectos, algunos de los cuales eran trabajos extraordinarios que supuestamente se iban a cobrar. Cuando KPMG revisó, indicó que si no existía un sustento, no se podían contabilizar, y se instruyó castigarlos. "No existían los contratos", aseguró. "Esos ingresos venían mostrándose como utilidades, y desde diciembre de 2015 ya no se mostraron más así y eso tuvo un impacto gigante en la utilidad". "Esto fue una práctica que se usaba. No es que hayan apretado una tecla mal en diciembre", enfatizó.
Firma con 75 rut: traspaso de facturas desde sociedades activas a inactivas
Tres días después de que Domínguez despidiera al gerente de Administración y Finanzas, Julio Abud, por "pérdida de confianza" -según señaló-, llegó a su oficina el subgerente de Contraloría, Felipe Jaramillo. Le señaló que existían una serie de facturas cruzadas entre sociedades de FW Corp. Domínguez, extrañado, dio la orden de anularlas. Así relató el ejecutivo otro de los descubrimientos a los que llegaron tras evaluar el real estado financiero de la inmobiliaria. Según señaló, la matriz de la compañía tenía 75 rut diferentes. De ellos, 15 empresas no era auditadas, puesto que eran sociedades antiguas y sin movimiento.
"Eso lo escuché del mismo Julio Abud siendo director. Con el fin de ahorrar en costo de la auditoría, estas no se auditan y los bonos se calculaban sobre las empresas que tenían movimiento", dijo. Añadió que a fines de 2015 encontraron así facturas de servicios que iban desde las sociedades activas a las inactivas. Esto, lo que generaba -relató- es que las empresas activas mejoraban su utilidad, y las inactivas las empeoraban. "Como las inactivas no son auditadas, y no iban con informe al directorio y no se ocupan para calcular los bonos, en definitiva, uno veía el bono artificialmente aumentado en las activas".
Las facturas encontradas en esta situación fueron anuladas, golpeando aún más las utilidades. "Son montos chicos en valor, pero relevantes en cuanto a la buena o mala fe con que se hicieron las cosas", se escucha en su declaración.
Proyectos cobrados años antes de que el servicio termine de prestarse
"Nos encontramos con facturas de servicios que son emitidas en forma muy anterior a cuando el servicio se presta", contó Domínguez. Explicó que cuando hacen un proyecto se les cobra una gestión inmobiliaria, cuyo valor se va devengando a medida que avanzan las obras. Eso, no obstante, no se ha dado en todas las iniciativas. "Tenemos proyectos que están recién terminando la fase de excavación del edificio -o sea le queda un año o dos de gestión- y tiene la totalidad de la gestión facturada en el año 2014, siendo que el ingeniero a cargo está hoy día cobrando su sueldo", relató. Agregó, además, que en todos esos casos, la factura se agrega en diciembre del año en cuestión. "Lo que uno ve es una intención de mostrar un ingreso en el año 2014 que en realidad debió haberse devengado a lo largo de los meses. O sea tenemos la totalidad del ingreso en 2014, y los costos respectivos en 2015, 2016, 2017".
El ejecutivo aseguró que hoy esa realidad se repite en dos proyectos -según recuerda-: el del ejemplo que se relaciona con un edificio en Nueva Costanera con Pastrana; un desarrollo en Buin, cuya factura está hecha por la totalidad del servicio en el año 2011, y a octubre de 2016 aún no terminaban de darse.
Dado todo lo anterior, las utilidades que en algún momento FW pensó tener se revirtieron. Pasó de ganar $1.428 millones en 2014, a perder $5.377 millones ese año. Así, las rentabilidades cayeron fuerte, incluso el patrimonio en 2015 fue negativo.
Postventa con respaldo para sobrevivir sólo dos meses
Las prácticas erradas no sólo se redujeron a las provisiones de ingreso, sino que también se reflejaron en las provisiones de postventa: un monto que las inmobiliarias guardan con el objetivo de tener financiada justamente la postventa de los proyectos una vez que los edificios están terminados.
Según reveló KPMG al directorio de la firma, este tipo de provisiones a diciembre de 2015 alcanzaban los $200 millones para un total de 20 a 30 proyectos levantados en los últimos cinco años; esto considerando que el departamento de postventa gasta al mes $100 millones. "O sea, eso alcanzaba para que el departamento funcionara enero y febrero", declaró el ejecutivo. Añadió que KPMG estimó que lo razonable era tener $2.000 millones, por ende, se castigaron $1.800 millones, lo que abultó la pérdida de la inmobiliaria. "El minuto en que se da cuenta de esto, la auditora nos dice que hay que castigar esos $2.000 millones y eso es parte de las pérdidas que está mostrando el balance de 2015".
Aún más, Domínguez relató al tribunal que tras analizar lo ocurrido detectaron que las provisiones se hicieron correctamente, el problema estuvo en que se usaron para financiar costos de otros proyectos. "Esa es la parte que es menos clara e incorrecta. Eran proyectos que tenían costos importantes y lo que se hacía era que esos costos se cargaban al área de postventa, entonces fueron consumiendo esta provisión antes de tiempo, de tal forma que la utilidad o margen obtenido por los proyectos apareciera más alto de lo que tenía que ser", atestiguó.