Urgen cambios organizacionales para enfrentar la revolución tecnológica que traerá desempleo y más desigualdad. Todos los estudios indican que no podremos construir organizaciones innovadoras que se adapten a los cambios en un ambiente de alta desconfianza como el que tenemos en Chile.
Fuente: emol.com
DESDE SILICON VALLEY
Los babuinos están dentro de los monos más agresivos que existen y son un ejemplo clásico para estudiar los efectos negativos del estrés. Las manadas muestran una estructura social piramidal: en la cima están los machos más agresivos, mientras los menos violentos y las hembras viven constantemente sometidos a un régimen de violencia.
Sin embargo, hace 20 años el reconocido profesor de Stanford, Robert Sapolsky descubrió una comunidad en Kenia donde los babuinos pasaban más tiempo haciéndose cariño que peleando.
Los estudios de Sapolsky mostraron que el nuevo comportamiento había comenzado después que todos los machos líderes y más agresivos habían muerto por comer comida contaminada. Esto aumentó la proporción de hembras y los babuinos menos agresivos inesperadamente se convirtieron en líderes de la manada, reduciéndose dramáticamente los ataques entre monos.
Este nuevo comportamiento se mantuvo en el tiempo pese a que constantemente llegaban jóvenes machos que durante su pubertad migran en busca de nuevas manadas.
Sapolsky observó que esto se debía a que las hembras eran las encargadas de recibir a estos jóvenes y les enseñaban que los comportamientos agresivos no eran bienvenidos. Así, pese a que los jóvenes babuinos habían crecido en manadas con un alto nivel de violencia, una vez que eran acogidos por las hembras se integraban a una comunidad con muchas menos tensiones y donde los animales coexistían sin grandes peleas.
Esta fascinante historia publicada por Sapolsky en la revista Foreign Affairs muestra que los comportamientos de los animales no solo dependen de sus características genéticas y adaptaciones ecológicas, sino que pueden cambiar rápidamente si se modifican las prácticas culturales. Lo observado en los babuinos también lo vemos entre los humanos, ya que rápidamente adaptamos nuestros comportamientos según las prácticas culturales imperantes.
LLEGAN DESCONFIADOS
Esto lo veo a diario cuando llegan chilenos a Silicon Valley. Durante las primeras semanas se muestran muy desconfiados, particularmente cuando deben contar sus ideas o colaborar con personas de otras culturas. Pasado un tiempo se dan cuenta de que en este ecosistema las ideas valen muy poco, por lo que lo natural es contarlas para poder hacerlas cada vez más robustas. Esto los transforma en personas más distendidas, con ganas de colaborar y dispuestos a alabar el trabajo de los demás.
De acuerdo con el profesor de Psicología y felicidad de UC Berkeley, Dacher Keltner, todas las investigaciones científicas demuestran que el ser humano está programado para ser bueno y generoso. Al respecto les recomiendo leer sus libros "Born to be good" y "The Power Paradox". Según Keltner, Darwin reportó cómo la evolución de nuestra especie prefiere individuos cooperadores y compasivos, y no individuos egoístas y violentos. Lo más interesante de estos estudios, es que al igual que lo sucedido con los babuinos, la compasión y la alegría son contagiosas. Si nos dicen algo amable, es muy probable que seamos más amables y que construyamos un ambiente con mayores confianzas y posibilidades de colaborar.
Por esto pienso que lo ocurrido con los babuinos es una mensaje de esperanza para Chile, en especial si queremos lograr una sociedad más solidaria que nos permita enfrentar la revolución tecnológica que hoy amenaza con aumentar el desempleo y la desigualdad económica.
Como lo hemos destacado en las tres clases anteriores, la inteligencia artificial, la nube, sensores cada vez más baratos, el internet de las cosas, la impresión 3D, la visión artificial o la realidad virtual son algunas de las tecnologías que ya están cambiando nuestro mundo y la cultura de las empresas.
Todos los estudios indican que no podremos construir organizaciones innovadoras que se adapten a estos cambios en un ambiente de alta desconfianza como el que tenemos en Chile. No se pueden armar equipos que innoven si no depositamos la confianza en los otros, sobre todo aquellos que son diferentes a nosotros.
Lo peor es que esta desconfianza se traduce en malos estados de ánimo, como la resignación y el resentimiento, y en comportamientos sociales en que el descrédito de los otros y la falta de ética pasan a ser normales. Esta dinámica endurece nuestro trato con los demás y ni siquiera nos felicitamos ni estimulamos entre nosotros mismos.
Existe una percepción de que si lo hacemos, somos más débiles y, por lo tanto, nos exponemos a que la gente (no nosotros) se aprovechen o nos roben nuestras preciadas ideas. Esta manera de ser genera un gran desgaste, ya que quienes son jefes deben estar constantemente monitoreando que todos hagan bien su pega, mientras que los subordinados se cuidan permanentemente las espaldas para que nadie vaya a pensar que están sacando la vuelta. Al igual que en las manadas de babuinos, esto produce altos niveles de estrés y baja la productividad.
EMPLEADOS FELICES, MEJORES EMPRESAS
Todo esto es contrario a nuestro deseo de ser más felices, ya que a todos nos gusta que reconozcan lo que hacemos, sobre todo si ponemos gran dedicación y esfuerzo. Incluso cuando no hacemos algo bien, solo queremos mejorar cuando nos hacen observaciones amables y siguen confiando en que podemos hacerlo mejor. En palabras de Jeff Bezos CEO de Amazon: "La única manera de darles a los clientes una gran experiencia es con un equipo de personas felices. No lo puedes hacer con personas que se sientan miserables y que estén mirando el reloj todo el tiempo".
Debemos revertir la errada noción que quienes están en la cima de las organizaciones y ejercen el liderazgo deben tener un trato duro: no se debe confundir ser exigente con ser duro y arrogante. La coerción es la manera mas primitiva de ejercer el poder y realmente no seduce a nadie, y por lo tanto es efímera.
Nuestra única solución para adaptarnos a los cambios tecnológicos y sociales que se avecinan es transformando radicalmente la cultura de nuestras organizaciones. Esto comienza con líderes proactivos y más humildes, ya que para ser creíble se debe practicar lo que se predica.
Por ejemplo, Jeff Bezos enseña personalmente talleres a sus empleados para que equilibren sus vidas personales con el trabajo. De acuerdo con Bezos no se puede tener empleados felices, si debido a un exceso de trabajo y estrés en sus casas son infelices. Tan fuerte es esta convicción, que a los empleados les pagan cursos para que aprendan profesiones técnicas altamente demandadas hoy en el mercado, como enfermería o conductores de camiones pesados. Así los empleados no se sienten obligados a trabajar en Amazon, sino que si quieren pueden seguir progresando y trabajar en algo que realmente les guste más. SOLUCIONES: todos debemos ser parte de estoEs clave que entendamos que debido a la creciente automatización muchos de nuestros compatriotas van a perder sus empleos, lo que va a generar gran descontento y frustración. No nos queda otro camino que actuar en forma rápida y decidida; no hay tiempo para acciones parciales y tímidas. Todos debemos ser parte de esto. Las universidades deben apoyar los pocos académicos que hoy existen en automatización para que formen más profesionales y asimismo interactúen con las empresas chilenas para ayudarlas a adoptar rápidamente las tecnologías más relevantes. Deben modificarse los programas académicos para que incluyan las nuevas tecnologías transversalmente. Por ejemplo, los estudiantes de Agronomía deben saber cómo se están usando los robots para las cosechas y eliminación de malezas, o los drones para evaluar el estado de los cultivos.
Asimismo, las universidades deben aprovechar sus excelentes redes internacionales y mandar más alumnos a especializarse en lugares como Silicon Valley en automatización. Para esto es imperativo que organismos como Becas Chile, que hoy apoyan los estudios de chilenos en el extranjero, incluyan más profesionales en ingeniería y tecnología, ya que hoy son menos del 13%. En lo posible, las empresas chilenas deben formar equipos de trabajo mixtos en que una parte esté en Chile y la otra en un polo de desarrollo tecnológico. Estos profesionales pueden perfectamente ser parte de Becas Chile.
Los empresarios deben ser audaces y atreverse a contratar a los mejores profesionales tecnológicos (y no solo administradores de empresas), contratar más mujeres y por sobre todo crear ambientes de trabajo donde prime la confianza y estados de ánimo positivos. Los institutos técnicos deben tener programas fuertes en que las carreras incluyan las nuevas tecnologías transversalmente. Es fundamental que quienes nos gobiernen no sean ignorantes en tecnología y los cambios radicales que ella conlleva, para que así diseñen políticas públicas acordes a los nuevos tiempos.
Finalmente, a todo nivel se debe promover la educación en emprendimiento como una forma en que más personas sean capaces de autoemplearse cuando la automatización irrumpa más fuerte. De esta forma, al igual que los babuinos de Sapolsky, habremos construido nuevas normas culturales y una sociedad con menos tensiones y adaptable al cambio.