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Un regalo para Chile: muchas y distintas jornadas

Conocimos las recomendaciones de la “Mesa Técnica sobre calidad de vida y reducción de jornada” y el informe “Evaluación y Consecuencias de la reducción de jornada” de la Comisión Nacional de Productividad (CNP).

Mientras la primera plantea una reducción paulatina de 45 a 40 horas en cinco años, la CNP calcula como consecuencias de la rebaja una disminución de los salarios en torno al 2% y 3% mensual; un PIB de 2,5% a 7,5% menor en 4 a 5 años; y una caída en la productividad entre 1% y 3,5%, pero no un efecto en el empleo.

Dentro de las muchas recomendaciones, destaca el de acompañar el debate con más adaptabilidad laboral que permita reconocer la heterogeneidad en las formas de producción y de trabajos.

Escuchando el llamado a la prudencia del grupo transversal de la mesa y el impacto negativo que pronostica la CNP de una reducción de jornada única y para todos de 45 a 40 horas, debiésemos focalizarnos en fortalecer una adaptabilidad laboral conforme a las distintas necesidades de las personas, mejorando su calidad de vida y la productividad de la empresa.

Y son dos los actores que pueden contribuir. El primero, es el sector privado, entregando las posibilidades de la legislación vigente: jornada parcial de 30 horas o menos; pactar menos de 45 horas a la semana -porque es sólo el techo máximo-; el teletrabajo; los pactos de adaptabilidad para trabajadores con responsabilidades familiares; y los pactos de distribución de jornada 4 por 3.

El segundo es el sector público, impulsando una agenda corta de reforma laboral con dos medidas simples. Una, reemplazar el teletrabajo por trabajo distancia para todas las funciones y no sólo aquellas que se realizan por medios informáticos y de telecomunicaciones y se esté o no sujeto a jornada laboral de 45 horas o menos (la actual ley de teletrabajo exige no estar sujeto a jornada). Y la otra, extender los pactos de adaptabilidad para trabajadores con responsabilidades familiares y de distribución de jornada a todas las personas y que no continúen siendo un derecho exclusivo a solicitar de quienes tienen la posibilidad de trabajar en organizaciones con 30% o más de afiliación sindical.

El que las organizaciones del sector privado empiecen a dar a quienes trabajan en ellas las posibilidades legales existentes de adaptabilidad laboral y que el Congreso o el Ejecutivo promuevan estas simples reformas para fortalecerla, serían dos grandes regalos para Chile este 2020 que empieza.

Francisca Jünemann

Abogada y presidenta de Fundación ChileMujeres

Fuente: www.pulso.cl

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