La tasa de robotización de Corea del Sur es de un 5,3% de los empleados de ese país.
La tasa de desempleo es del 3,7%. Si la robotización hubiese destruido trabajo sin reemplazarlo, la tasa de desempleo sería superior al 5,3%. Eso quiere decir que la robotización destruye puestos de trabajo, pero no destruye empleo, sino que lo cambia.
Recientemente se han visto en nuestro país protestas de trabajadores que temen ser reemplazados por máquinas. Se puede esperar que este malestar aumente, especialmente luego de las leyes laborales que se han promulgado o se están empujando, que encarecen la mano de obra. Los robots pueden trabajar 24/7, no tienen sindicatos, no hacen huelgas, no piden aumentos de sueldo, no tienen licencias médicas, ni toman vacaciones.
Ponerle trabas a la automatización no va a proteger el empleo. Lo que sí va a proteger el empleo es una reconversión laboral mediante una capacitación masiva de trabajadores en las competencias y habilidades propias del siglo 21.
La reconversión laboral no consiste en que se le pague más al trabajador porque mejoró su productividad gracias a la automatización de los procesos que antes requerían de su concurso.
Todo proceso que pueda ser automatizado dejando fuera la intervención de personas debe ser automatizado dejando fuera a las personas. ¿Y a que se dedican esas personas? A hacer gestión. Mover procesos no crea valor; hacer gestión, sí.
Un ejemplo de uso es el Estado. Después de automatizar los procesos, el personal que hasta ahora se dedicaba a ellos debería capacitarse y dedicarse a 3 cosas: resolverles problemas a los ciudadanos en su interacción con el Estado; reforzar la fiscalización del cumplimiento de leyes y reglamentos a las entidades fiscalizadas; evaluar los resultados de los programas en curso y dar ideas para mejorarlos o cancelarlos. Son tres temas en los que el Estado está al debe, y que inexplicablemente no aparecen en los planes de modernización. Si no se les ofrece a los trabajadores públicos - que están de acuerdo con la modernización del Estado - una visión útil de qué va a pasar con sus trabajos, no se extrañen que vayan a la huelga.
Si las cúpulas empresariales y políticas no se toman en serio este tema y no invierten tiempo y dinero en responder a la pregunta de en qué va a trabajar la gente una vez la automatización llegue para quedarse, tendremos serios problemas sociales en el país, que podrían evitarse.
Esta debería ser la verdadera discusión política, sindical y económica del momento, en vez de las 40 horas.
Alfredo Barriga Cifuentes
Ex Secretario Ejecutivo de Desarrollo Digital
Autor de "Futuro Presente: cómo la nueva revolución digital afectará mi vida" (Amazon)
Profesor UDP
Fuente: www.diarioestrategia.cl