Durante los últimos años el concepto de control interno ha adquirido cada vez mayor importancia al interior de las distintas corporaciones.
Cada día los directores de empresas están más conscientes de la responsabilidad que les impone la Ley respecto de la administración de los bienes que representan, del interés minoritario y de la opinión pública, que se hace oír con más fuerza por medio de las redes sociales y los distintos medios de comunicación.
Por su parte la ley 18.046 sobre Sociedades Anónimas, señala en su artículo 41° que, los directores deberán emplear en el ejercicio de sus funciones el cuidado y diligencia que los hombres ejercen ordinariamente en sus propios negocios, y responderán solidariamente por los perjuicios causados a la sociedad y a los accionistas por sus actuaciones dolosas o culpables. Además, esta norma se complementa con el artículo 44° del Código Civil, que define la culpa leve, señalando que quien administre un negocio, debe administrarlo como un como un buen padre de familia.
Pero qué es el "Control Interno". Según COSO el Control Interno es un proceso llevado a cabo por la dirección y el resto del personal de una entidad, diseñado con el objeto de proporcionar un grado de seguridad razonable en cuanto a la consecución de objetivos dentro de las siguientes categorías: Eficacia y eficiencia de las operaciones.
En síntesis, el Control Interno busca salvaguardar los recursos de la empresa, alineando la gestión de riesgos con la estrategia del negocio, reduciendo el número de eventos sorpresivos que puedan generar pérdidas operacionales y disminuir los impactos negativos.
Pero existe otro tipo de Control Interno dado por Dios, que viene a nosotros por medio de su Espíritu y que busca dar reposo y paz a nuestras almas, que permite que tengamos el control de nuestras acciones y podamos vivir en armonía y amor.
En 2ª de Timoteo 1:7, el apóstol Pablo afirma que Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio (que es templanza), es decir, nos ha dado la capacidad de controlar nuestras acciones y emociones, para no sean éstas las que nos controlen y nos hagan caer.
Dios en su infinito amor desea que abundemos en amor, en gozo, en paz, en paciencia, en benignidad, en bondad, en fe, en mansedumbre y en templanza, que es dominio propio o control interno.
Estoy convencido que no existe ni un segundo en la vida de Dios que no quiera derramar bendiciones sobre sus hijos, bendiciones de amor, de paz y de prosperidad, por eso acerquémonos confiadamente a Él, para tener o recuperar el control de nuestras acciones y disfrutar de lo que Él ha preparado para nosotros.
Juan David Quijano S.
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