Las altas tasas de cesantía y la baja productividad relativa de la mano de obra son consecuencia de la baja flexibilidad del mercado laboral.
Son diversos los economistas que se han referido a este tema y son muchos los que lo han convertido en un paradigma económico, es decir una "verdad evidente" que no requiere demostración.
Sin embargo, no existe evidencia suficiente para validar la hipótesis de una baja flexibilidad laboral como barrera de competitividad de la industria en Chile, sobre todo si la realidad nos muestra que son diversos los sectores económicos que han sido capaz de sobrevivir y crecer en un sistema de economía abierta y altamente competitiva. En el marco de la legislación laboral chilena, sectores económicos intensivos en el uso de mano de obra, como el sector agroindustrial y pesquero, han podido abastecer los mercados mundiales con sus productos a precios tan competitivos que en más de un caso han afectado la rentabilidad de los productores de los países de destino de las exportaciones nacionales, quienes han reclamado protecciones para enfrentar la competencia con los productos proveniente de Chile.
Dos son las principales fuentes de flexibilidad laboral: la legislación y los intermediarios. La primera la provee el Estado y opera como bien público, es decir la industria la consume sin tener que pagar por su uso. La segunda la proveen las empresas contratistas y tienen un costo para las empresas demandantes.
Existe consenso en que las rigideces de la legislación laboral chilena, no satisface la demanda de flexibilidad que requieren las empresas, sin embargo la capacidad de nuestro sistema económico para abrirse al mercado mundial y competir es una señal que las empresas obtienen la flexibilidad laboral que requieren para producir los bienes en forma competitiva.
Basta un recorrido al sistema productivo local, para observar este fenómeno. Las empresas que basan su renta en la productividad del capital, no demanda flexibilidad laboral, toda vez que la mano de obra relacionada directamente al proceso productivo es poco abundante, lo que la hace per se inflexible. En cambio la mano de obra ligada a los servicios y a las etapas primarias del proceso productivo en su gran mayoría es subcontratada.
En resumen, proveer una legislación que aumente la flexibilidad laboral es inefectivo para aumentar el empleo, toda vez que en la actualidad las empresas son capaces de obtener la flexibilidad laboral en la cantidad y los niveles que necesitan. Perseverar en un marco legal de mayor flexibilidad laboral, distorsiona los precios de un bien valioso para la industria exportadora y genera una transferencia de rentas en desmedro de sectores de menor tamaño. En este sentido, es mucho más relevante avanzar en un marco legal que recoja la realidad de más de un sector productivo, contribuyendo con ello a promover la especialización en beneficio de la productividad laboral, afectando positivamente la cantidad y calidad del empleo, base para un crecimiento económico sustentable.
Por: Renato A. Segura Domínguez, Economista Facea - Ucsc