El presidente de la CPC, Alfonso Swett, ha dicho: “Lo que necesitamos incrementar es el impuesto a las personas y rebajar el impuesto a las empresas para que inviertan más”.
Un poco antes, el diputado del Frente Amplio, Giorgio Jackson, sostuvo: “En ningún caso debiésemos bajar los impuestos a las empresas”. Por su parte, el ex director de Impuestos Internos, Ricardo Escobar, coincidiendo con Swett, propuso volver a elevar a 40% la tasa máxima de impuestos a las personas.
Lo preocupante de este diálogo es que devela un error conceptual: olvidar que las personas, y solo las personas, son las que pagan siempre todos los impuestos.
Todos los gobiernos desde el retorno a la democracia han aumentado las tasas de impuestos, al menos una vez. La permanente creencia de que los déficits se solucionan subiendo impuestos equivale a creer que la solución para una empresa a la que le suben los costos es siempre aumentar los precios. Esas prácticas lo que hacen es transferir el déficit de un sector de la economía a otro. Una mejor alternativa es el crecimiento (equivalente a aumentar las ventas de la empresa) o la optimización de los gastos, materia a la que este gobierno ya se encuentra abocado. Sabemos, cuando lo analizamos dinámicamente, que mayores tasas de impuestos no siempre redundan en mayor recaudación, por los efectos negativos que producen sobre el desarrollo. El mejor ejemplo es la última reforma tributaria del exministro Alberto Arenas.
Francisco Pérez Mackenna
Gerente General de Quiñenco
Fuente: www.pulso.cl