En Chile el tema de las pensiones no deja a nadie indiferente. Todos opinan. La mayoría, sin saber de qué habla.
Fuente: pulso.cl
En Chile el tema de las pensiones no deja a nadie indiferente. Todos opinan. La mayoría, sin saber de qué habla. Por ejemplo, un estudio reciente indica que la mayoría de los chilenos no sabe que sus fondos previsionales están protegidos; es decir, que no forman parte del patrimonio de la AFP, sino que están en una cuenta “segregada.”
Dicho esto, hay tres temas a los cuales a nadie le gusta referirse. Los dos primeros son más o menos obvios. El tercero, es más complejo.
Partamos con el primero. Se puede discrepar en cuanto a qué constituye una pensión “decente.” ¿Una tasa de reemplazo del 70%? ¿O del 85%? ¿Y cómo se calcula? ¿Tomando el último sueldo como referencia, o tomando el promedio de los últimos 12 meses? ¿O tres años? Lo concreto es que una persona que quiera tener una pensión decente-más allá de su definición de este término– deberá aportar mensualmente entre 15% y 20% de su sueldo al ahorro previsional. Punto. Y no hay mucho más que decir: esto es aritmética básica.
Lo segundo es también obvio: hablar de aumentar la competencia entre las AFP como mecanismo para mejorar las pensiones es ingenuo. En la medida que la regulación fomente la conducta de rebaño (sanciones a la AFP cuyo desempeño se desvíe mucho del promedio) podrá haber mil AFP (estatales o privadas) y los retornos serán similares.
Lo tercero es menos obvio, pero igual de importante: lo único relevante para un futuro pensionado es el retorno acumulado en el momento de retirarse, no el retorno promedio durante el período de aportación.
Desgraciadamente, un estudio reciente de Clapes UC muestra que los retornos acumulados de los multifondos han tenido una conducta reñida con sus objetivos. Específicamente, los datos del período 2002-2017 muestran que los retornos ajustados por riesgo no han sido compatibles con el perfil de los fondos. Por ejemplo, los inversionistas en el fondo A tomaron mucho más riesgo que los del fondo E, pero no fueron compensados adecuadamente (en términos de retornos) por ese riesgo. Peor todavía, en la mitad de los períodos considerados en el estudio (ventanas de ocho años) el fondo E tuvo un retorno mejor que el A. Y para períodos más largos (superiores a ocho años) los retornos acumulados de los cinco multifondos tienden a ser muy similares.
Estas anomalías no hay que interpretarlas como una crítica conceptual al sistema de capitalización individual ni como un reproche a la gestión de las AFP. Tampoco es un llamado a crear una AFP estatal. Estas anomalías apuntan a que las políticas de inversión de los multifondos deben ser modificadas en forma urgente.
Un paso importante en la dirección correcta sería: (i) eliminar los límites por clase de activos; (ii) eliminar la necesidad de cobertura al invertir en monedas extranjeras, y (iii) lo más fundamental, adoptar una política de monitoreo del riesgo usando métricas a nivel de portafolio.
¿Cuánto habrá que esperar para ver estos cambios?
*Profesor adjunto, Columbia University e investigador asociado, Clapes UC