Es tanta la ignorancia, o si se quiere obnubilación ideológica, que pesa sobre la gente de izquierda, que incluso se publicó un libro titulado “Empresarios Zombis”, en que se denuncia el “escándalo” de haber utilizado un mecanismo perfectamente legítimo y por lo demás, racional, por parte de casi todos los empresarios de Chile.
Fuente:http://www.estrategia.cl/docto.aspx?param=39593
Enrique Goldfarb Economista En el programa Tolerancia Cero, el ex Presidente Piñera fue interpelado por haber usado pérdidas tributarias de la empresa CID (Compañía de Industria y Desarrollo), liquidada por la Comisión Progresa, entidad designada por el Estado chileno para hacerse cargo de las empresas ligadas a los grupos económicos que cayeron en falencia en el año 1983. La crítica La crítica se centró en el mecanismo utilizado, esto es, adquirir una empresa con pérdidas tributarias para fusionarla con otra que opera normalmente y con utilidades, y de ese modo transferir las pérdidas de la primera al conjunto fusionado, lo que permite rebajar las utilidades y en consecuencia pagar menos impuestos. Sentido del impuesto a las empresas En el fragor de la discusión que siguió, pareció haberse olvidado el sentido que tienen los impuestos que cobra el Estado. Respecto de las empresas, el Estado se hace “socio” de cada una de ellas, a través del proceso tributario. De modo que cuando a la empresa le va bien, el Estado pide lo que considera su “justa” parte, el tributo asociado. Sin embargo, los socios no son socios a beneficio de inventario. Hasta antes de la Reforma Tributaria, por sentido de justicia, simetría tributaria y con el fin de incentivar la toma de riesgos, el Estado se comprometía a asumir la cuota de pérdidas que pudieran sobrevenir en caso de que los negocios presentaran dificultades. De este modo permitía utilizar como crédito la pérdida incurrida. Más aún. Podía ser que la magnitud de las pérdidas fueran tales que la empresa cayera en quiebra, de modo que el beneficio quedara en suspenso. Como había un derecho involucrado que le pertenecía al dueño, el Estado permitía vender las pérdidas junto con la empresa, de modo que el fallido al menos podía recuperar esa parte. Como se dijo más arriba, la Reforma Tributaria cambió el derecho “a todo evento” de las pérdidas tributarias, y entre otros “ajustes” eliminó el derecho a vender estas pérdidas, introduciendo así una grave asimetría en la estructura impositiva, asimetría muy similar a la que se introdujo con la desintegración (parcial) de los impuestos a la renta. Críticas infundadas En el caso que comentamos, como el Estado ya había asumido las pérdidas que sobrevinieron con la caída de los grupos económicos, la venta de esta empresa le permitió recuperar al menos una pequeña parte del costo que le significó la intervención de éstos. A partir de 2017, si el Estado se hace cargo de otros fallidos, deberá comerse las pérdidas solito. El uso de pérdidas tributarias de otra empresa era, hasta antes de esta aberración que fue la Reforma Tributaria, un procedimiento normal, propio de una economía de mercado, y no había nada de pecaminoso en aplicarlas, y, dicho sea de paso, pasaba por pagar un precio concreto y muy positivo, por una empresa quebrada. Pero es tanta la ignorancia, o si se quiere obnubilación ideológica, que pesa sobre la gente de izquierda, que incluso se publicó un libro titulado “Empresarios Zombis”, en que se denuncia el “escándalo” de haber utilizado un mecanismo perfectamente legítimo y por lo demás, racional, por parte de casi todos los empresarios de Chile. Y así, se dice que se trata de una “campaña del terror”, cuando se advierte que los empresarios no quieren saber nada con la izquierda, y que la posibilidad que ésta se perpetúe con las elecciones los espantará. Los empresarios serán zombis, pero no tontos.