La reforma estableció que la posibilidad de postergar la tributación en el sistema semi integrado tiene un costo, equivalente a 9,45% por cada peso que el dueño de la empresa retire como utilidades.
Fuente: http://www.pulso.cl
Un sistema tributario simple, procrecimiento y proempleo. Es la promesa de algunos candidatos de la derecha. Sin embargo, no nos dicen que el objetivo de estas medidas incluye rebajar la carga tributaria de los sectores de más altos ingresos, quienes son los llamados a contribuir más con los gastos públicos del país.
Este fue uno de los objetivos de la Reforma Tributaria que impulsó el Gobierno. Se eliminó el sistema del FUT y se establecieron dos nuevos sistemas de tributación: renta atribuida y semi integrado.
En el sistema de renta atribuida el dueño de la empresa tiene que pagar su impuesto global complementario o adicional respecto del total de las utilidades que generó la empresa en un año (sin posibilidad de postergar tributación). El sistema semi integrado mantuvo los incentivos para la reinversión de utilidades dentro de las grandes empresas (permite postergar tributación). Sin embargo, se estableció un mayor impuesto a los dueños de estas empresas como contra partida a la posibilidad de postergar tributación.
Es decir, la reforma estableció que la posibilidad de postergar la tributación en el sistema semi integrado tiene un costo, equivalente a 9,45% por cada peso que el dueño de la empresa retire como utilidades. Este sistema se diseñó pensando en que este mayor impuesto de 9,45% sea pagado por los dueños de grandes empresas, considerando que son los que tienen la posibilidad de contribuir más en el sistema.
Ahora, los candidatos de derecha quieren terminar con el sistema semi integrado. ¿Es por su complejidad? No. Lisa y llanamente proponen reducir en 9,45% la carga tributaria de los dueños de empresas grandes que son los llamados a contribuir más. Es decir, el combate contra la desigualdad no es una prioridad para ellos.
Propongamos mejoras (ya hubo una ley de simplificación), pero no eliminemos el objetivo redistributivo de nuestro sistema de tributación, menos cuando todavía no hemos visto los resultados.